miércoles, 22 de octubre de 2008

La paradoja del iPod

A mediadios de julio, aproximadamente, cesé temporalmente en el uso de mi iPod nano. Un viajecito a Alemania y unas ligeras vacaciones después lo reencontré en la misma caja en la que lo había guardado. No tenía batería, y no encontraba el cable de conexión. Mi gozo en un pozo. Lo busqué por diquier y seguí sin encontrarlo. Tres intentos y dos tentaciones por comprar uno nuevo después me hicieron desistir. Hasta que lo encontré de nuevo el día en que no lo buscava.

Pues bien, me dispuse a conectarlo a mi Macbook Pro, que durante las mentadas vacaciones había sido actualizado en cuanto a colección de música se refiere. Lo cargué, le actualizé las canciones y hacia las 2 a.m. del pasado domingo ya estaba listo para ser usado. El martes lo cogí para ir a la universidad, creí -iluso de mí- que podría volver a disfrutar de mi preciado iPod. Pues bien, en el metro me encontré una conocida con la que terminé hablando todo el viaje y ya no pude escuchar mi iPod. De regreso a casa me volví a encontrar a otra conocida, vieja amiga, a la que esta vez sí me hizo ilusión volver a ver. Pues bien, vive cerca de mi casa y tampoco pude usar mi iPod.

Moraleja: Si cada vez que cargo y dispongo mi iPod me tengo que empezar a encontrar gente que hacía tiempo que no veía, creo que lo cargaré e intentaré usar más a menudo. Y és que merece la pena revivir las amistades que parecían arrinconadas.

p.d.- ¡Ésta es la entrada número 150 de este blog! Parece que fue ayer cuando se creó pero entre todos, poco a poco, vamos llenándolo con nuestras vidas. ¡FELICIDADES!

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