Recién llegado de Suiza, aprovecho para colgar estos comentarios antes de que me venza el sueño.
Lo primero que puedo decir es que ha sido una escapada perfecta; y además creo que hemos aprovechado un montón estos tres últimos días. Silvia, mi ex-capitana del equipo de debate, se ha portado genial dejándonos su piso zuriqués durante tres días. Esto nos ha permitido conocer un poco la ciudad suiza de Zürich y sus alrededores.
Lucerna, a orillas del lago de los Cuatro Cantones, es una ciudad magnífica. A pesar del día gris, que nos ha impedido disfrutar con claridad del escenario alpino que rodea la ciudad - el monte Pilatus y el más lejano Titlis-, hemos podido recorrer sus calles con tranquilidad. Las ciudades atravesadas por ríos suelen tener un encanto especial y Lucerna no nos ha defraudado en ese sentido: el río Reuss y sus puentes -sobretodo el famoso Kapellbrücke medieval- han hecho que merezca especialmente la pena dedicar un día a esta ciudad. Los restos de la muralla con sus siete torres, las iglesias que salpican el casco antiguo con sus esbeltos campanarios, el recorrido por el museo Sammlung Rosengart y el paseo frente al lago dominado por edificios señoriales han acabado de darnos una idea bastante completa de la ciudad.
De nuevo en Zürich, hemos podido disfrutar de un día frío y soleado de invierno, límpido, que nos ha invitado a recorrer la ciudad a través de la Bahnhofstrasse -principal arteria del casco antiguo y lugar habitual de lujosas joyerías y relojerías- y a adentrarnos en las callejas de la orilla derecha del río Limmat. Las vistas desde Lindenhof, el punto más alto del antiguo casco urbano, nos han permitido hacernos una idea de la disposición de los edificios y del río. Más tarde hemos podido completar esa visión desde el mirador de una de las dos torres de la catedral, visión absolutamente magnífica de toda la extensión de la ciudad. Varias iglesias, a destacar las vidrieras de Giaccometti y Chagall, el antiguo ayuntamiento, el Limmatquai, el edificio sede del Landesmuseum y la orilla del lago de Zürich han completado el recorrido urbano. Por otro lado, el recorrido gastronómico ha incluido, entre otras cosas, una curiosa cena-fondue de queso bajo los arcos del Limmatquai, con Silvia como acompañante de honor. Mención especial merece la estación central, Zürich HB, de reiterado paso durante estos tres días.
La última excursión, inesperada, ha tenido como destino Neuhausen -al norte del país, en la frontera suizo-alemana- y las famosas cascadas del Rin, Rheinfall, las más potentes de Europa. Nuestras expectativas se han cumplido, no sólo por la espectacularidad de la caída del agua y sus miradores, sino también por el agradable paseo a orillas del Rin, que nos ha permitido acabar nuestro viaje de forma completa.